miércoles, 26 de mayo de 2010

Fútbol



Un jugador profesional del deporte más popular del mundo puede recorrer unos 10 km en un partido de 90 minutos, y alcanza con frecuencia el umbral anaerobio (80 a 90 % de su frecuencia cardiaca máxima). Durante este tiempo, el futbolista realiza ejercicios y actividades intensas, que incluyen carreras de alta velocidad, saltos, giros, cambios de velocidad, cabezazos y patadas(1).

Un balón que gira sobre un eje perpendicular al flujo de aire a su alrededor es afectado por el principio de Bernoulli, y desvía su trayectoria de acuerdo al efecto Magnus. En un tiro libre, que fácilmente supera los 110 km/hr, un balón de fútbol puede girar entre 8 y 10 veces por segundo, se puede alcanzar una fuerza de 3.5 newtonios. De acuerdo a las regulaciones, un balón profesional debe tener una masa de 410 a 450 gr, por lo que su aceleración se calcula en unos ocho metros por segundo al cuadrado.

En una trayectoria de 30 metros, en su vuelo de un segundo puede desviarse unos cuatro metros. Los delanteros que cobran los tiros libres suelen tener suficiente conocimiento de la aerodinámica de los balones como para saber que la fuerza de impacto puede alterar las condiciones del vuelo del balón de acuerdo a las turbulencias que se generen frente a éste. El resutado es una curva en la trayectoria del balón, curva que puede comenzar en cualquier parte de su recorrido hacia el arco.

De acuerdo al efecto de rotación que se le de al balón (que a su vez depende del sitio donde se impacta) se puede hacer que el cambio en el curso del balón comience justo a la altura de su paso por encima de la barrera humana que el arquero ha intentado interponer para ayudarle a atajar la bola. Aún si el arquero es un aventajado estudiante de física, atajar la esférica resulta, en estos casos, un gran reto.


1. Stølen T, Chamari K, Castagna C, Wisløff U: Physiology of soccer. An Update. Sports Med 2005;35(6): 501-536.